En este artículo os hablaremos del propósito de la empresa familiar, que va más allá de lograr beneficios económicos y de maximizar la rentabilidad. El propósito sustenta y vertebra la misión y la visión de la compañía y en él radica la esencia de la empresa familiar.
Hoy en día, cuando hablamos de ‘propósito’, nos referimos a la razón permanente por la que existe una empresa. El propósito responde a las siguientes preguntas: ¿Cuál es la razón de ser de una empresa? ¿Cuál es su compromiso con la sociedad? ¿De qué manera genera valor para sus públicos de interés? Como podéis comprobar, el propósito NO es ‘lo que hacemos o vendemos a los clientes’, sino ‘lo que aportamos al mundo’.
El propósito de la empresa familiar aporta un significado profundo a la actividad empresarial, distinto del ánimo de lucro, que explica por qué la empresa hace lo que hace. Así, éste orienta y dirige los esfuerzos de los trabajadores, del equipo directivo, de los accionistas y de los demás grupos de interés (los stakeholders), además de reforzar su compromiso. También, el hecho de tener un propósito ayuda a diferenciar la empresa de las demás compañías desde el aspecto social y hace que la compañía sea, actúe y se muestre como más humana y responsable.
No debemos confundir el propósito de la empresa familiar con un conjunto de KPIs empresariales, con objetivos tangibles o racionales o con emprender acciones de RSC. El propósito precisamente es algo no medible y que no es una simple cuestión de reputación o de responsabilidad social corporativa. Actúa más bien como un mantra inspirador de todas las acciones y es, por tanto, una meta aspiracional en el largo plazo que aporta luz a todo lo demás (misión, visión y valores).
El origen del propósito en la empresa familiar
El propósito suele existir desde el nacimiento de la empresa familiar y explica por qué la primera generación decidió crearla. A partir de su fundación, el propósito ha impregnado y reforzado la cultura y los valores de la empresa a lo largo de las generaciones. Es un intangible muy vinculado a los valores de la familia empresaria y que se ha mantenido constante a lo largo de su historia, si bien puede haberse modificado ligeramente. Eso sí, para que sea real y no una mera formulación vacía, debe estar alineado con los valores y la ética de las personas que en su momento crearon la empresa y que actualmente participan en ella, ya que deben creer en el propósito para remar en esa dirección.
Tras haber trabajado con más de 230 empresas familiares, podemos decir que hemos visto que tener un propósito común y disponer de valores compartidos es un elemento de unión en la familia empresaria. El propósito de la empresa se convierte así en el propósito de la familia empresaria, que se transmitirá a hijos y sobrinos. De esta forma, las sucesivas generaciones sentirán que el propósito de la empresa familiar es parte del legado familiar que hay que cuidar y preservar. Se tratará, pues, de algo que asumen y sienten como propio, lo que incrementará su compromiso para trabajar por y para éste. Esto a su vez reforzará el sentido de pertenencia a la empresa y a la familia.
Por último, en ocasiones puede ser que la familia nunca haya verbalizado o hecho explícito el propósito de la empresa familiar ni le haya dado la visibilidad o protagonismo que se merece. Aun así, si nos fijamos bien, en muchas de ellas detectaremos que el propósito se encuentra latente o implícito en la mayoría de sus actuaciones.