Conocemos algunas familias que opinan que resolver los conflictos relacionados con la empresa familiar y la familia empresaria de forma informal es la mejor o, incluso, la única manera de arreglar los problemas. Nos consta que piensan que hacerlo así ayuda a “quitarle hierro” a las controversias y a acercar posiciones opuestas. En su opinión, establecer un foro formal para tratar ciertos temas es un procedimiento demasiado lento, riguroso o rígido, sinónimo de burocracia y que solo tiene sentido en empresas familiares de generaciones muy avanzadas.
Estas afirmaciones no es que sean falsas. De hecho, hay familias a las que les funciona bien y que no tienen canales de comunicación intrafamiliar establecidos. Tratan todos los asuntos, tanto de familia como de empresa, en encuentros o conversaciones informales. Y nos alegramos mucho de que haya casos en que vaya tan bien.
Aun así, dado que es una práctica que tiene algunos riesgos, queremos alertaros de los peligros que entraña. Habitualmente desde Family Business Solutions decimos a las familias que intentar resolver conflictos o tratar temas difíciles en momentos que deberían ser para el ocio no es la mejor idea. Es preferible poner en marcha un Consejo de Familia, en aras de una buena prevención y resolución de controversias. ¿Y esto por qué?
Riesgos de intentar resolver los conflictos informalmente
Basándonos en nuestra experiencia, el hecho de no tener un foro formal en el que resolver los conflictos puede hacer que no se afronten las causas profundas de los conflictos. A la larga, no solucionar el trasfondo de los problemas solo hará que enquistarlos en el tiempo. Tampoco fluirá adecuadamente la información ni se velará por la transmisión de los valores y de los comportamientos.
Por otro lado, contribuye a la confusión de roles. Se abordan temas que son de empresa familiar en momentos que son exclusivamente de familia, cosa que puede extender el conflicto a otros familiares -familia política y familia extensa-. Y viceversa, discutir asuntos de familia en la empresa puede afectar al resto de trabajadores no-familiares y, por ende, a la eficacia empresarial.
Además, tratar de resolver las discrepancias en “la paella del domingo”, durante las vacaciones familiares, en excursiones de fin de semana o en “ratos muertos”, como el desayuno o un viaje en coche, no ayuda a la profesionalización de la empresa familiar. En algunos casos, puede ser necesaria la intervención de un especialista de empresa familiar, para actuar como mediador y facilitador de las conversaciones más difíciles. En otros, contar con el asesoramiento de profesionales externos aportaría un nuevo punto de vista en las cuestiones empresariales. Pero todo lo que pueden aportar estos profesionales se pierde si no se tiene un foro formal en el que resolver conflictos.
Por estas razones, somos mucho más partidarios de desarrollar las estructuras empresariales y familiares ncesarias para tratar los temas en el foro correspondiente y evitar hablar de según qué temas en el tiempo de ocio. Tener un espacio formal delimitado, intentando dentro de lo posible no mezclar los dos mundo, ayuda sin duda a resolver conflictos, pero también a prevenirlos.