¿Y si el capital paciente deja de tener paciencia?

Nos consta que muchas empresas familiares están donde están gracias a su política de reinversión de beneficios y a la gran paciencia del llamado ‘capital paciente’. Estos socios o accionistas, gracias a su ‘paciencia’ permiten que la empresa familiar tenga la financiación suficiente para seguir reinvirtiendo la mayor parte o todos sus beneficios en la compañía y continuar así con su crecimiento a largo plazo.

Pero… ¿Qué entendemos exactamente por capital paciente en una empresa familiar? El capital paciente está formado por aquellos accionistas o socios que no trabajan en la empresa familiar ni forman parte de los órganos de gobierno ejecutivos y que no suelen obtener ninguna compensación económica de la compañía. El único beneficio intangible que obtienen es el vínculo emocional con la misma. Este tipo de capital no espera un retorno en términos económicos en el corto plazo, sino que es un tipo de propiedad psicológica y emocional.

El fin que persigue el capital paciente es apoyar el proyecto común y facilitar inversiones, en lugar de destinar ese capital a otros fines. Este compromiso de los familiares accionistas o socios junto con la visión a largo plazo en la búsqueda de la rentabilidad son dos de las ventajas competitivas de las empresas familiares.

¿Cuándo es más común el capital paciente en la empresa familiar?

Generalmente, es más habitual encontrar capital paciente en familias de generaciones avanzadas o en consorcios de primos. A pesar de no percibir dividendos con regularidad ni de forma cuantiosa, es frecuente encontrar a familiares a partir de la tercera generación que igualmente deciden mantener su capital en la empresa familiar.

Cuando la propiedad suele estar más fragmentada es en las empresas familiares longevas. Por ello, aquí es fundamental informar y ser transparentes con el capital paciente sobre la evolución de la empresa familiar y las buenas prácticas que se siguen. Esto permitirá mantenerlo comprometido con el proyecto empresarial y, en caso de no repartir dividendos o solo pagar un porcentaje pequeño, que los demás puedan entender los motivos y apoyar la decisión.

¿Y si el capital deja de ser paciente?

Tal y como os hemos explicado en otros artículos, el artículo 348 bis de la Ley de Sociedades de Capital entraña cierto riesgo para las empresas familiares. Este artículo permite que haya familiares accionistas o socios que, por desconocimiento de la situación del negocio, por desvinculación con éste o por problemas familiares, reclamen su derecho a percibir dividendos bajo la amenaza de separarse de la sociedad. Así, bajo determinadas circunstancias, el capital paciente podría dejar de ser ‘paciente’ y presionar para que existiese un reparto efectivo de dividendos.

Con la modificación de este artículo a finales de 2018, se suavizó la redacción. Ahora incluso se permite pactar de forma expresa la modificación o supresión de esta causa de separación de la sociedad. Recordad tenerlo en cuenta, hablarlo con la familia empresaria (incluyendo al capital paciente) y, si procede, añadir este pacto a vuestros estatutos sociales.



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