Alfonso Ruíz Baró, Director General de la empresa de Binéfar Pinturas Lepanto, se acercó hace unos días a las oficinas de Family Business Solutions en Barcelona y aproveché la ocasión para entrevistarle y que nos contase su opinión sobre el Protocolo Familiar y sobre cómo fue la experiencia de elaborarlo para él y para su familia.
¿Cuándo preparásteis el Protocolo Familiar?
Nosotros preparamos el Protocolo Familiar hace ya unos 14 años. Lo preparamos al año siguiente de la jubilación del fundador, nuestro padre, y una vez que la empresa ya había pasado a nuestras manos. Nuestro padre primero nos donó la empresa a tres partes iguales, porque somos tres hermanos, y dentro de la donación nombró a un director y una serie de cosas a cumplir.
¿Por qué decidísteis hacer el Protocolo Familiar?
Como persona elegida para llevar adelante la empresa, solicité hacer un Protocolo Familiar para tener un marco en el que yo estuviera más cómodo, para poder decidir cuando se invertía, cuando no se invertía… Es decir, para que yo fuera vigilado por el resto de socios pero que al mismo tiempo tuviera una cierta independencia para poder gestionar la empresa y no estar sujeto al accionariado.
¿Cuánto tardásteis en hacerlo?
Estuvimos unos 10 meses elaborando el Protocolo Familiar. Se podría haber hecho más rápido, porque la parte importante que era la donación de la empresa y la atribución de cargos ya estaba hecha. Alomejor nosotros lo habríamos agilizado porque tampoco hubo ningún conflicto, era simplemente escribir la voluntad del anterior propietario y de los que ahora somos los propietarios. Pero quisimos ir poco a poco porque la persona con la que lo realizamos era muy metódica.
¿Qué fue lo más complejo del proceso?
Por un lado, pactar los salarios de cada uno. En caso de reparto de beneficios decidimos que una parte sería por ser propietario y otra parte por el trabajo desempeñado en la empresa, porque en este caso los tres propietarios somos trabajadores en la empresa. Pero quisimos distinguir que para el caso de que alguien fuera propietario y no trabajara tuviera una remuneración, pero no tan alta como si fuese propietario y trabajador.
Por otra parte, la política de decisiones para grandes proyectos. Acordamos que, según la inversión, tuvieramos que pactar más cantidad de capital o menos, porque no es lo mismo comprar una máquina que comprar una empresa.
¿Qué os ha aportado tener un Protocolo Familiar?
Hicimos el Protocolo Familiar en un momento en el que la empresa iba bien, con lo cual fue fácil llegar a acuerdos. Ahora hace dos años que el fundador ya no está con nosotros y el Protocolo nos ha aportado una forma de trabajar ordenada, que cada uno tenga sus responsabilidades, que no nos invadamos y que al mismo tiempo seamos conscientes de que la empresa es de todos y que todos la defendemos. Nos ha aportado estabilidad.
¿Entonces utilizáis el Protocolo Familiar como un instrumento al que recorréis en el día a día?
Tenemos el típico problema o fallo de que si no estás apoyado por alguien de fuera el día a día te empuja. Mantienes reuniones pero ni las redactas ni dejas constancia de las decisiones, porque las consensuas pero no las plasmas. Esto es un problema porque si de aquí unos años van mal las relaciones familiares o la empresa va mal, no habrá constancia de lo que se ha decidido en cada momento ni cada miembro. Habría que hacer ese trabajo de dejar constancia de todas las decisiones y no lo hacemos, pero sí que empleamos el Protocolo Familiar habitualmente.
Viéndolo en perspectiva, ¿cuál es tu opinión sobre el Protocolo Familiar? ¿Crees que ha sido una buena inversión?
Yo, personalmente, soy un firme defensor de los Protocolos Familiares. Cuanto más complejas es la familia, más complejos son el negocio y las relaciones, incluso con gente ajena a la familia. Creo que la falta de supervivencia de una empresa familiar, además de porque el producto se quede obsoleto o razones parecidas, es el paso a otras generaciones. Mi opinión sobre el Protocolo Familiar es que si hubiesen más, habría mucha más supervivencia en las empresas familiares de la que hay.
Yo tengo la anécdota de que cuando solicité información del Protocolo Familiar dió la casualidad de que nos dieron una charla en Binéfar, en la Asociación de Empresarios que cuenta con 140 socios. Esa charla la dieron tres personas en el escenario y de oyentes solo estábamos dos empresas… Hace 14 años no había tantos Protocolos Familiares. Los tenían las empresas que eran más importantes, que tenían una visión más internacional. Pero yo creo que en la economía actual de España y de Cataluña el Protocolo Familiar es básico para garantizar la supervivencia de la empresa familiar. Por tanto, yo defiendo el Protocolo Familiar a ultranza, sobre todo si hay la voluntad de quererlo cumplir.