¿Hacerse cargo de la empresa familiar o seguir el propio camino? He aquí la cuestión para algunos jóvenes llamados a ser los sucesores en la dirección del negocio.
A veces me encuentro con familias empresarias en las que los padres, con una pasión innata por el mundo de la empresa, esperan que sus hijos e hijas sigan su mismo camino. Confían en que ellos continuarán con el negocio familiar, dando por sentado que determinados rasgos de la personalidad del fundador o de la generación anterior, como el emprendimiento o el liderazgo, son una cualidad que se transmite de generación en generación. Pero, en muchas ocasiones, esto no es así y los hijos no heredan la pasión por el mundo de la empresa que los padres esperaban.
Lo anterior no es incompatible con que la siguiente generación se sienta muy orgullosa de la empresa familiar y que incluso tenga una atadura emocional con ella. Pero puede pasar que, aun así, no tenga la voluntad de hacerse cargo de la empresa familiar porque su vocación es ser médicos, abogados, periodistas, ingenieros o profesores, por citar solo algunas profesiones.
Ante esta tesitura, algunas familias recurren erróneamente al chantaje emocional. “Si no te haces cargo de la empresa familiar, el negocio desaparecerá…”. “Si te vas ahora, nos estarás dejando en la estacada…”. Y lamentablemente ocurre que el hijo o hija que quería trabajar fuera del negocio familiar muchas veces acaba cediendo a la presión familiar por falsas lealtades familiares. Para no decepcionar a la familia, al final accede a dejar su profesión de lado para hacerse cargo de la empresa familiar y dirigir el negocio de la familia sin vocación para ello.
Aceptar que nuestro hijo no quiere hacerse cargo de la empresa familiar
Que alguno de nuestros hijos no quiera trabajar o hacerse cargo de la empresa familiar o, peor, que la empresa no vaya a tener continuidad como familiar, es algo muy difícil de asumir para algunas familias, que a menudo lo viven como un abandono e, incluso, como una traición.
Mi consejo aquí es intentar ser comprensivos con aquel familiar que decide seguir su propio camino y no hacerse cargo de la empresa familiar. Debemos respetar sus deseos, evitando caer en el chantaje emocional para forzarle a hacer algo que no quiere hacer. De hecho, presionarle u obligarle a dirigir a disgusto la empresa familiar, a la larga, puede ser perjudicial tanto para la familia (por rencores, frustración acumulada, y futuros reproches), como para el negocio (desmotivación y falta de formación, experiencia o talento para dirigir el negocio).
Para gestionar mejor situaciones sensibles como esta, os recomiendo mantener una comunicación transparente, empática y franca en el seno de la familia. Como padres, no podemos formarnos unas expectativas irreales y pretender que nuestros hijos sean aquello que nosotros queremos que sean, impidiéndoles desarrollar su verdadera vocación. Y, como hijos, os animo a reunir el valor suficiente manifestar vuestros deseos y marcar vuestro propio camino, en la empresa familiar o fuera de ella.
Por último, quiero añadir que, en algunas ocasiones, también es posible compaginar un trabajo vocacional fuera de la empresa familiar, con el actuar como propietario del negocio familiar en el consejo de administración, siempre que se cuente con una formación adecuada para gestionar con éxito el patrimonio empresarial.
Y recordad que las situaciones difíciles se vuelven menos difíciles cuando se cuenta con la ayuda de un profesional externo que pueda brindaros un punto de vista neutral durante los conflictos en la empresa familiar.