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reticencias al Consejo de Familia

“No necesitamos un Consejo de Familia”

reticencias al Consejo de Familia

Las reticencias al Consejo de Familia que, en ocasiones, albergan algunos familiares impiden el buen funcionamiento de este órgano e, incluso, su mera puesta en marcha. En este artículo, desgranaremos algunos de los motivos que explican por qué aparecen estos recelos y reparos.

Como ya hemos comentado en otras entradas, si la complejidad de la empresa y de la familia lo aconsejan, se deben poner en marcha órganos de gobierno empresariales y familiares. Estos son, principalmente, el Consejo de Administración o Consejo Asesor y el Consejo de Familia.

En el caso del Consejo de Familia, se trata de un órgano constituido por accionistas familiares y futuros accionistas. Su misión es:

  • Motivar el espíritu emprendedor de la Familia.
  • Mantener y preservar el patrimonio de la Empresa Familiar.
  • Evitar, en la medida de lo posible, que las posiciones personales de sus miembros interfieran en el funcionamiento de la Empresa Familiar.
  • Canalizar y resolver todos aquellos asuntos que afecten exclusivamente a la Familia Empresaria.

En el terreno familiar, este es el órgano máximo y su función es de vital importancia para la continuidad de la empresa familiar. Sin embargo, las reticencias al Consejo de Familia hacen que pocas compañías familiares dispongan de uno, de manera que no existe un lugar formal para tratar los temas vinculados a la relación familia-empresa-propiedad. En consecuencia, no fluye adecuadamente la información, los conflictos difícilmente se gestionan, no se vela por la transmisión de los valores y de los comportamientos y se confunden los roles.

Principales reticencias al Consejo de Familia

No nos hace falta

A pesar de las bondades de este órgano, hay familias que muestran reticencias al Consejo de Familia. ¿Y esto a qué se debe? Algunas veces, este reparo se debe a que los familiares no son conscientes ni del papel ni de las funciones que desarrolla este órgano, por lo que creen que no lo necesitan. Su concepción es que se trata de una simple reunión “de amigos” y que sus funciones pueden suplirse con una paella informal los domingos o con una charla improvisada en la cocina durante el desayuno.

Sin embargo, en una empresa familiar, es aconsejable actuar preventivamente, cuando todavía podemos pensar que no nos hace falta. Con base en nuestra experiencia, cuando la familia acude a nosotros y nos dice que considera que sí que necesita un Consejo de Familia es porque ya han estallado los conflictos y ahí el daño es mucho más difícil de reparar.

No es un órgano importante

En algunas familias de generaciones tempranas, vemos también muchas ideas preconcebidas sobre el Consejo de Familia y que no se le da todo el valor que merece. Los familiares suponen que se puede aportar más valor dentro del ámbito de la empresa, como administrador o gestor, y desvalorizan el ámbito de la familia. Esta es una idea equivocada, que puede generar tensiones e insatisfacciones innecesarias en algunos familiares.

Afortunadamente, cuando las familias empresarias avanzan en su ciclo de maduración, esta barrera suele desaparecer y se aprende a valorar el papel del Consejo de familia.

Sobre esta cuestión escribimos un artículo entero hace ya unos años, que sigue siendo plenamente vigente: ¿Por qué he de estar en el Consejo de Familia si lo podría hacer bien en el Consejo de Administración?

Es demasiado formal

A veces, la familia sí que es consciente del valor del Consejo de Familia, pero prefiere no implementarlo. Piensa que establecer un foro formal para tratar ciertos temas relevantes para la familia es un procedimiento demasiado lento, riguroso o rígido. Los familiares juzgan que esta formalidad es sinónimo de burocracia y que solo tiene sentido en empresas familiares de generaciones muy avanzadas.

Esto, sin embargo, no es así. La progresiva profesionalización de los órganos de gobierno puede ser beneficiosa para todas las empresas familiares, incluso en las primeras generaciones.

Todas estas reticencias al Consejo de Familia se derriban gracias a la pedagogía y al trabajo con un consultor de empresa familiar. Este profesional dedica esfuerzos a formar y concienciar a la familia sobre la importancia de tener un foro en el que debatir y decidir por consenso, con la presencia o representación de todas las ramas y generaciones. Para ello, cuando se pone en marcha este órgano, el consultor suele asistir a las primeras reuniones. De esta manera, se asegura que los miembros cuentan con la actitud, la formación y las capacidades necesarias, que el clima es el adecuado para una buena comunicación y que se tratan los temas pertinentes.

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